Poemas para quienes no han conocido al coyote

Autor: Márquez, Enrique Márquez, Enrique

ISBN: 9786078099818

Editorial: BONOBOS EDITORES

Edición: 2015



$220

Enrique Marquez Jaramillo
nació el 4 de marzo de 1950 en la región altiplano potosino. Realizó sus primeros estudios en el Internado No. Damián Carmona, una vieja institución modelo de la educación nacionalista y social del cardenismo. Cursó la carrera de Derecho de 1969 a 1974 en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Para financiar sus estudios universitarios trabajó como obrero industrial en diversas factorías de Chicago, Illinois. Esta experiencia y el convivir con los inmigrantes polacos, ucranianos, italianos, puertorriqueños y mexicanos, nutrieron su idea social y motivaron varios proyectos literarios de poesía y relato que permanecen inéditos.
En San Luis Potosí, perteneció a la Sociedad Literaria Manuel José Othón (1967) en cuyos boletines publicó sus primeros poemas, y al Taller Literario de la Casa de la Cultura que coordinaba, en 1973, el escritor ecuatoriano Miguel Donoso Pareja. Compartió esa experiencia formativa con narradores y poetas como Juan Villoro, David Ojeda, José Ignacio Betancourt y José de Jesús Sampedro, Roberto Bolaño y Mario Santiago Papasquiaro.

En la primera mitad de la década de 1970, desde su ciudad natal, fue un intenso promotor de la poesía mexicana en el extranjero y de algunas literaturas del mundo en México. En 1973, invitado por la Universidad de Panamá y la Revista Penélope, impartió un curso sobre poetas mexicanos contemporáneos y participó en varias lecturas con escritores de ese país. Fruto del viaje fue la antología de jóvenes poetas panameños, Los Gorilas duermen la siesta, que publicó en la revista Letras Potosinas.

En 1971, entusiasmado por la emergencia de una nueva generación de poetas españoles, entre los que destacaban Vicente Molina Foix, Leopoldo María Panero, Ana María Moix y Manuel Vázquez Montalbán, preparó, también para Letras Potosinas, una antología de poemas de Manuel Vázquez Montalbán. Más de dos décadas después, cuando éste revisaba la edición de su libro Marcos: el Señor de los Espejos (extensa entrevista al dirigente del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, EZLN), Márquez y Vázquez Montalbán habrían de conversar largamente, en Barcelona, sobre la insurrección chiapaneca de 1994. En esa ocasión, el desaparecido escritor catalán habría de mostrarse sorprendido de que su poesía hubiera generado interés en una provincia mexicana tanto tiempo atrás.

Colaboró, también en los setenta, en la Revista Cambio, de la Editorial Extemporáneos, que dirigían colectivamente Julio Cortázar, Miguel Donoso Pareja, Pedro Orgambide, Juan Rulfo y José Revueltas. También, en el Suplemento La Cultura en México de Carlos Monsiváis.

En 1975, poco tiempo después de irse a vivir a la Ciudad de México, recibió el Premio Nacional de Poesía Joven de México convocado por el Instituto Nacional de Bellas Artes. De 1976 a 1977, fue distinguido con la Beca de Literatura de esta institución, que le permitiría escribir su segundo libro de poesía, Liturgia del Gallo en Tres Pies. Publicado en 1979, el libro llevaba, en su cuarta de forros, este texto de Carlos Monsiváis: “Topos, casadas, tuertas vírgenes, putísimas policías, trapos y topos y policías. Chinche brava, murciélago faletto y fundillón clarín del baile. El repertorio es temible y familiar como una fábula de niños donde las palabras se equivocan de cuarto y proponen un sindicato de alucinaciones, o alguna visión metafórica semejante que me acerque, para llegar por algún modo, al ámbito poético de Enrique Márquez quien es, naturalmente, un santo desmadre, con la santidad de la experimentación y el relato transcurrido entre parodias de parodias y la poesía rescatada en el último instante, cuando ya parecía moraleja surrealista. Todo lo anterior es constancia de lectura y de la ávida y entogada poesía de un escritor excelente, distinto (fusílenlo si es original y si no lo es)”.

En 1979, cuando Monsiváis reeditó su antología La Poesía Mexicana del Siglo XX (México, Empresas Editoriales, 1966), decidió incluirlo en la nueva versión junto con otros jóvenes poetas como Alberto Blanco, Ricardo Castillo, Kyra Galván, David Huerta y Jaime Reyes.

Hay existencias

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“Ya no creo y por eso escribo”, declara a voz en cuello y sin falsa ironía Enrique Márquez en este alienado cancionero o partitura prismática donde hace comparecer sincopada y efectivamente a sus más caras obsesiones: faunas íntimas, itinerarios oníricos, desbrujulamientos, curadurías eróticas, espejismos y desdoblamientos del lenguaje…, todo esto maridado con la oscura tinta blanca del humor, siempre a punto y mordaz, orquestado de manera audaz en esta pieza, música personalísima, en la que consigue, de una sola remontada, entonarse en dos potentes registros: capricho lírico y aullido que se hace escuchar incandescente desde una lejana colina.

Santiago Matías

9786078099818

Enrique Marquez Jaramillo nació el 4 de marzo de 1950 en la región altiplano potosino. Realizó sus primeros estudios en el Internado No. Damián Carmona, una vieja institución modelo de la educación nacionalista y social del cardenismo. Cursó la carrera de Derecho de 1969 a 1974 en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Para financiar sus estudios universitarios trabajó como obrero industrial en diversas factorías de Chicago, Illinois. Esta experiencia y el convivir con los inmigrantes polacos, ucranianos, italianos, puertorriqueños y mexicanos, nutrieron su idea social y motivaron varios proyectos literarios de poesía y relato que permanecen inéditos. En San Luis Potosí, perteneció a la Sociedad Literaria Manuel José Othón (1967) en cuyos boletines publicó sus primeros poemas, y al Taller Literario de la Casa de la Cultura que coordinaba, en 1973, el escritor ecuatoriano Miguel Donoso Pareja. Compartió esa experiencia formativa con narradores y poetas como Juan Villoro, David Ojeda, José Ignacio Betancourt y José de Jesús Sampedro, Roberto Bolaño y Mario Santiago Papasquiaro.

En la primera mitad de la década de 1970, desde su ciudad natal, fue un intenso promotor de la poesía mexicana en el extranjero y de algunas literaturas del mundo en México. En 1973, invitado por la Universidad de Panamá y la Revista Penélope, impartió un curso sobre poetas mexicanos contemporáneos y participó en varias lecturas con escritores de ese país. Fruto del viaje fue la antología de jóvenes poetas panameños, Los Gorilas duermen la siesta, que publicó en la revista Letras Potosinas. En 1971, entusiasmado por la emergencia de una nueva generación de poetas españoles, entre los que destacaban Vicente Molina Foix, Leopoldo María Panero, Ana María Moix y Manuel Vázquez Montalbán, preparó, también para Letras Potosinas, una antología de poemas de Manuel Vázquez Montalbán. Más de dos décadas después, cuando éste revisaba la edición de su libro Marcos: el Señor de los Espejos (extensa entrevista al dirigente del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, EZLN), Márquez y Vázquez Montalbán habrían de conversar largamente, en Barcelona, sobre la insurrección chiapaneca de 1994. En esa ocasión, el desaparecido escritor catalán habría de mostrarse sorprendido de que su poesía hubiera generado interés en una provincia mexicana tanto tiempo atrás. Colaboró, también en los setenta, en la Revista Cambio, de la Editorial Extemporáneos, que dirigían colectivamente Julio Cortázar, Miguel Donoso Pareja, Pedro Orgambide, Juan Rulfo y José Revueltas. También, en el Suplemento La Cultura en México de Carlos Monsiváis. En 1975, poco tiempo después de irse a vivir a la Ciudad de México, recibió el Premio Nacional de Poesía Joven de México convocado por el Instituto Nacional de Bellas Artes. De 1976 a 1977, fue distinguido con la Beca de Literatura de esta institución, que le permitiría escribir su segundo libro de poesía, Liturgia del Gallo en Tres Pies. Publicado en 1979, el libro llevaba, en su cuarta de forros, este texto de Carlos Monsiváis: “Topos, casadas, tuertas vírgenes, putísimas policías, trapos y topos y policías. Chinche brava, murciélago faletto y fundillón clarín del baile. El repertorio es temible y familiar como una fábula de niños donde las palabras se equivocan de cuarto y proponen un sindicato de alucinaciones, o alguna visión metafórica semejante que me acerque, para llegar por algún modo, al ámbito poético de Enrique Márquez quien es, naturalmente, un santo desmadre, con la santidad de la experimentación y el relato transcurrido entre parodias de parodias y la poesía rescatada en el último instante, cuando ya parecía moraleja surrealista. Todo lo anterior es constancia de lectura y de la ávida y entogada poesía de un escritor excelente, distinto (fusílenlo si es original y si no lo es)”. En 1979, cuando Monsiváis reeditó su antología La Poesía Mexicana del Siglo XX (México, Empresas Editoriales, 1966), decidió incluirlo en la nueva versión junto con otros jóvenes poetas como Alberto Blanco, Ricardo Castillo, Kyra Galván, David Huerta y Jaime Reyes.

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